El día en que la tostada borracha conquistó el corazón de un chocolate

¿Te imaginas una tostada borracha dentro de un chocolate?

Pues fusionar un chocolate fino con ese popular platillo originario de El Saucito, uno de los barrios más emblemáticos de la capital de San Luis Potosí, fue tan solo uno de los exquisitos aciertos de las experiencias gastronómicas que el Instituto de Innovación en Negocios y Gastronomía (IING) montó en el más reciente Festival Internacional del Vino de San Luis Potosí.

La Chef Patricia Salazar Urtaza, experta repostera y chocolatera mexicana, concibió un concepto único que permitió a los asistentes degustar las variantes de Wolter, uno de los chocolates mexicanos más premiados a nivel global; una selección de los platillos potosinos más tradicionales y coloridos; y finalmente hacer estallar esa bomba de sabores con vinos rosados, tintos y oportos portugueses.

Pero primero lo primero:

La Chef Martha Eugenia Morales, de Chocolates Wolter, es enfática al establecer que, si bien puede decirse que todos hemos probado un chocolate; es importante reconocer que hay una brecha entre las golosinas más populares y el auténtico chocolate resultado de un proceso de elaboración que comienza en los cacaotales de Tabasco, al sur de nuestro país.

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De izq. a der: Somm. Adán Bravo; Chef Martha Morales; y Chef Paty Salazar.

Para reconocer cuando nos encontremos de frente a una barra de chocolate fino, la Chef Martha recomienda echar un vistazo rápido a la etiqueta, pues una parrafada de ingredientes impronunciables exhibe a un dulce, producto de un proceso industrial; mientras que dos o tres ingredientes como la manteca o el licor de cacao, e incluso el azúcar, anuncian a un chocolate de altura.

Esa calidad, por ejemplo, revistió una semiesfera de chocolate oscuro con destellos coloridos y rellena de una suave jalea de garambullo, un fruto agridulce del semidesierto potosino que asemeja una baya; y que, junto con el chocolate, encontró maridaje en un Corazón Rosa, un vino rosado de Bodega Gran Tonel que aportó frescura y vivacidad a la mezcla.

Otro estallido inolvidable lo contuvo también un chocolate oscuro, esta vez relleno de enchilada potosina. Sí. Esas pequeñas tortillas de masa roja, a su vez rellenas de queso con chile y recubiertas con chocolate fino, hicieron catarsis con un tinto Gran Sueño, también de Gran Tonel.

Para los paladares más bien aficionados a los sabores dulces, Luis Eduardo Ríos, alumno del IING, creo un bombón relleno de campechana con cajeta. Una mezcla que buscó remitir al tradicional postre crujiente popularizado en el municipio central de Santa María del Río y que, para esta ocasión, se fusionó con los potentes sabores de un oporto Ruby elaborado en la bodega portuguesa Quinta do Passadouro.

Para el final de la experiencia se reservó lo inesperado:

Una pieza creada por Ariana Banda León, también estudiante del IING, quien apostó por condensar los recuerdos de su barrio en un relleno de tostada borracha.

De alguna forma, el sabor del chile, de los frijoles en bola, del cilantro y la cebolla, se armonizaron con una cubierta de chocolate oscuro y un sorbo de oporto tawny, proveniente de la bodega Vila Real.

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Ariana Banda León | Creadora del chocolate con relleno de tostada borracha

Recordar es volver a vivir y nada mejor que afianzar esos recuerdos con ayuda de los sentidos. Esa es quizá, la mejor lección del Festival Internacional del Vino de San Luis Potosí, un espacio en el tiempo para beber, comer, cantar y hasta bailar.

Un espacio para recordar.